El francés, un misil en los zapatos blancos

Kylian Mbappé se desata en Pamplona, dejando claro que tiene más trucos que un mago en Las Vegas y, como un buen vino, mejora con el Madrid. Nada de confundirlo con un bailarín de claqué, aunque por su agilidad en el campo, podría hacerlo. Con Valverde enviando centros como si fueran pizzas a domicilio, Mbappé metió su gol número 17 en liga, acercándose peligrosamente a Lewandowski, el actual Pichichi. Lleva tres partidos seguidos reventando redes: en el derbi, en un arrebatador empate; contra el City, liderando la remontada y en El Sadar, porque claro, a él no se le escapa una buena fiesta del gol.

Parece que el Mbappé de 2025 ha dejado atrás su mode «fallo un penalti y me deprimo», y ahora colecciona goles como cromos. Es el máximo anotador del equipo con 24 goles en 35 partidos, marcando nueve de estos en tan solo ocho encuentros. Su buena racha le deja con once goles en 13 partidos este año, posicionándose como el segundo mejor anotador de Europa, solo superado por su amigo, Dembélé, el prodigio de la Bota de Oro.

Mientras destruye defensas en España, también le espera con los brazos abiertos la selección francesa. Deschamps, tras un tira y afloja digno de un culebrón, ya ha confirmado que Mbappé volverá al escuadrón nacional en marzo, así que el Madrid tendrá que despedirse temporalmente de su preciosa joya.

De vuelta a casa, el capitán blanco, que tiene más récords que un DJ de discoteca, no está dispuesto a soltar el ritmo. A sus 26 años, acaba de moler con éxito a Messi y Cristiano al convertirse en el jugador más joven en participar en 500 goles. Así que mientras algunos escriben poesía, Mbappé la deja en los céspedes de Europa con cada zancada y cada gol. Madridista, este año promete ser una montaña rusa con un Mbappé en modo estrella del rock: prepárense para más conciertos de goles.