Real Madrid al rescate tras sanción insólita…
El Comité de Competición ha decidido que Bellingham, ese chico que juega al fútbol como los ángeles y habla como un marinero en alta mar, se perderá dos partidos tras ver la tarjeta roja directa ante Osasuna. La razón: un supuesto «menosprecio» al colegiado Munuera Montero, protagonista involuntario de esta tragicomedia.
Según el acta del partido, Bellingham dejó caer un cariñoso «Fuck you» que no pasó desapercibido. Sin embargo, nuestro héroe del Madrid asegura que fue más bien un «joder» murmurando para sí mismo. Porque claro, quién no ha confundido alguna vez sus propias palabras con una declaración de amor al árbitro…
La buena noticia es que, por lo menos esta vez, el Comité no ha sacado la artillería pesada y ha evitado categorizar el asunto como un insulto directo. ¡Gracias, Competición, por no enviarnos a Bellingham a Siberia! Si hubiese sido así, la sanción habría sido de cuatro a 12 partidos, y habría que mandar un equipo de rescate.
El Real Madrid, siempre listo para el contraataque, ha decidido que esto no puede quedar así. El club blanco prepara un recurso ante Apelación que ríanse ustedes de ‘Suits’. El argumento es claro: el vídeo no miente y Bellingham solo estaba haciendo un soliloquio shakespeariano sobre la injusticia de una falta previa a Vinicius.
Ya lo hemos vivido antes, amigos. La pasada temporada Bellingham también cantó bingo con una roja en Mestalla tras otra protesta «ligeramente subida de tono». Porque, seamos sinceros, si el fútbol no tuviese estos momentos de drama intenso, sería solo 22 tipos corriendo tras un balón, ¿verdad?
El Comité, sin embargo, interpreta menosprecio. Menos mal que no han escuchado lo que se dice en las gradas cada fin de semana. Si logran mantener la sanción, Bellingham se perderá los partidos contra el Girona y el Betis. ¿Se imaginan que ahora se convierte en el nuevo Shakespeare escribiendo obras maestras desde la grada?
Así que, queridos merengues, aunque el destino nos juegue una mala pasada, confiad en que nuestro Bellingham sabrá convertir cada sanción en una oda al fútbol, eso sí, con más cabeza y menos palabrotas.