Jugadores blancos y el baile de Ancelotti…

El mago Ancelotti nos sorprende más que un truco de magia, volviendo a sacar su bolígrafo maravilloso y actualizando el libreto del Real Madrid: ¡Rüdiger encuentra su varita y cambia las posiciones en el hechizo inicial! Con Tchouaméni teletransportándose al centro del campo y haciéndole un truco de invisibilidad a Camavinga. Asencio y Ceballos, cual gemelos fantásticos, se mantienen firmes; el primero protegiendo a Rüdiger, y el segundo dominando la medular como quien juega al FIFA en modo fácil.

Courtois, más que un portero, el Fort Knox del Real Madrid, bloquea chances como quien bloquea llamadas indeseadas. Valverde, sacrificándose cual héroe, prueba su teoría de que hasta el lateral derecho es una posición para el «Todo Valverde». Asencio se gana la titularidad, demostrando que no necesita un trono, solo un balón.

Rüdiger se recupera tan rápido, que ni Flash puede seguirle el ritmo. Mendy, con ritmo lento pero seguro, busca su mejor versión. Tchouaméni reclama su lugar en la galaxia del centro del campo, mientras Ceballos, cual Houdini, se escapa hacia la gran noche. Bellingham, sancionado en Liga, se pasea despreocupado como quien no tiene clases.

Rodrygo completa el cuarteto mágico del centro del campo. Mbappé afila sus botas para otra gran ‘final’ del Madrid, y Vinicius, aún con la tensión del Etihad, busca convertir el Bernabéu en una pista de samba. ¡Y tranquilos, que Ancelotti se guarda a Camavinga para dar un último giro al espectáculo en el segundo tiempo!