El fin de una era (con muchos títulos)…
«Pep» Guardiola se ha convertido en el filósofo del fútbol con sus reflexiones sobre la mortalidad de su amado Manchester City. Tras la derrota ante el Real Madrid (3-1), el entrenador ha encontrado su musa en el Bernabéu para soltar una de sus famosas bombas zen: «Nada es eterno, ni siquiera esta racha de títulos que casi no puedo contar con los dedos de las manos», declaró entre susurros y con mirada de poeta melancólico.
El Manchester City, que empezó la temporada luciendo sus galas tras ganar la Community Shield, ha caído ante los gigantes blancos como un castillo de naipes. Desde la lesión de Rodri, parece que las botas de los ‘sky blues’ se han hecho de plomo, caminando pesadamente al quinto lugar de la Premier, ¡a 17 puntos del Liverpool! Muy lejos del trono al que estaban acostumbrados, se han despedido también, sin mucha ceremonia, de la Champions y la Copa de la Liga. Ahora, los ciudadanos solo tienen dos tazas a las que aferrarse en su alacena vacía: la FA Cup, donde sueñan con no tropezar ante el Plymouth Argyle, y el Mundial de Clubes.
Para no hacer la digestión muy pesada, recordemos el menú histórico que Pep ha servido en Manchester desde su llegada en 2016: seis Premier Leagues, una Champions, un Mundial de Clubes y otras tantas cucharadas de trofeos varios. Sin embargo, ahora el chef Guardiola habla en pasado de sus éxitos, como un abuelo contando batallitas desde su mecedora.
«Somos un equipo cojonudo, pero ahora menos», dijo Pep con esa sinceridad brutal que solo tienen los futbolistas y los niños de cinco años. Reconoció que el «fin de ciclo» ya está en marcha con los nuevos fichajes de Nico, Reis, Khusanov, y Marmoush, pero sin descuidar a sus viejos rockeros como Gündogan (34), De Bruyne (33) y Ederson (31), que todavía pueden tocar algunas notas más antes de retirarse.
A pesar de este bache existencial, Guardiola acaba de estirar su contrato hasta 2026. Aunque sus titubeos cuando le preguntaron si seguía con fuerzas para continuar dejó a más de uno rascándose la cabeza, parecía claro que el Pep de siempre volvería a salir a flote, inspirado quizás por los cánticos del Bernabéu de «Guardiola quédate», o simplemente por ese deseo innato de renovar su propia saga de éxitos futbolísticos.