Ancelotti busca al turco perdido…

Arda Güler, el Houdini del Real Madrid, ha logrado la hazaña de desaparecer completamente de los partidos. Por tercer encuentro consecutivo, Güler se quedó cómodamente calentando banquillo en El Sadar, un estadio donde el año pasado casi desafía las leyes físicas con un disparo desde el medio campo. Ancelotti, en un arranque de poesía futbolística, sentenció: «Para nosotros es gol, solo alguien con talento puede hacerlo». Sin embargo, ese talento parece estar más esquivo que un penalti no pitado en el Camp Nou.

Pasamos al dramático presente: contra el Manchester City ni se asomó al césped, ni en la ida ni en la vuelta. Los minutos que ha jugado Güler se pueden contar casi con los dedos de una mano, siendo apenas 967 en 28 partidos. La situación es tan desoladora que solo Endrick lleva menos tiempo jugando. Lo que prometía ser su temporada de despegue se ha convertido en un thriller de misterio: ¿dónde está Güler?

Ancelotti sigue esperando un destello de brillo turco para resolver el enigma. En partidos de alta tensión, como los duelos ante el Barcelona o el Atlético, Güler ni se mojó las botas. En Milán y Manchester, vio más banquillo que balón, y sus minutos en Atalanta fueron casi imperceptibles. Llegó a Anfield, pero para conseguir una titularidad de peso necesitas más que un GPS. En resumen, un año más complicado que encontrar un trébol de cuatro hojas en el césped del Bernabéu.

Güler enfrenta un dilema digno de Hamlet, aunque con más pases de balón: debe decidir si deja su huella o sigue en la sombra de Modric y Brahim, quienes le llevan la delantera en el escuadrón de confianza de Ancelotti. Con la temporada acercándose a su clímax, nadie duda de su talento, pero el Madrid no espera a nadie. Así que, Arda, es hora de sacar el truco del sombrero o quizás quedarte atrapado en él. El domingo, frente al Girona, tal vez por fin descubramos si Güler se decide a jugar o si su especialidad seguirá siendo el arte del camuflaje futbolístico.