Los Secretos de un Cambio de Actitud Galáctico…
Todo el mundo sabe que en Valdebebas se pueden obrar milagros y sembrar hortalizas, pero ¿quién diría que también resucitan equipos de fútbol? «Lo podemos volver a hacer», fue la frase que no solo se escuchó, sino que se sintió en las paredes del legendario Santiago Bernabéu. El Real Madrid, ese equipo que ya no sorprende a nadie al volver de entre los muertos, decidió, tras un descanso con más charla que té, que era hora de poner en su sitio al Atlético y a cualquier rumor malintencionado.
El profesor Carlo Ancelotti, siempre con una ceja más alta que la otra, decidió que era hora de hablar claro y serio. Con el marcador en su contra frente al Atlético, hubo más que una simple charla sobre el tiempo. Aquí hablamos de gestos y charlas que podrían haber sido sacadas de una película épica: Rodrygo, Bellingham, Mbappé y Vinicius entendieron que, para conquistar el mundo, primero hay que conquistarse a sí mismos. ¡Adiós egos, hola espíritu de equipo!
En el segundo tiempo, ese Madrid titubeante del principio se transformó, cual gusano en mariposa, en un equipo que parecía decir «¡aquí estamos!». Fue un fenómeno de contagio más rápido que el último resfriado de invierno, y ni siquiera el tiempo invernal de Pamplona pudo aguantar la energía explosiva del Madrid renovado. La Vuelta ante el City fue la confirmación: lo que se susurró en Valdebebas era cierto. Ancelotti había vuelto a hacer magia: el equipo creía y hacía creer… y no solo en Santa Claus.
Entre trueno y relámpago, el equipo técnico y los jugadores navegan las tormentas de rumores con más elegancia que un gato sobre hielo. “No hemos hablado con nadie”, se dijo con la seriedad de un pingüino en traje formal. Y así, se disiparon los nubarrones, para dejar a un Madrid que se reinventa. Allá juega Asencio, quien nunca parece descansar, y Tchouameni, que revive más veces que los míticos gatos.
Con un Valverde en modo lateral-más-que-increíble, y Ceballos dando toques como si cada movimiento fuera una obra de arte, este equipo se las arregla para sacar jugo de las piedras. Mientras algunos invierten fortunas en fichajes, el Real Madrid opta por el ahorro, la creatividad táctica y, claro, el toque mágico que el himno de la Champions les confiere. El nuevo desafío es Camavinga, que cual ave Fénix, se espera renazca pronto en su mejor versión.
Cuando el entrenador dijo que jugar con los cuatro mosqueteros de arriba no era un sueño imposible, sonrió como el gato de Cheshire. La verdad es que el Madrid está de vuelta, más decidido y letal que nunca, listo para enfrentarse al resto de la temporada con los títulos aun colgando como zanahorias frente al épico corcel blanco. Así que, como diría el bueno de Ancelotti, «lo podemos volver a hacer». ¿Quién necesita un milagro cuando tienes al Real Madrid?