Los blancos no saben si son genios o magos…

El Real Madrid se ha ganado una matrícula de honor en eso de mantener su portería a cero, como si el gol fuera un intruso indeseado. Atrás quedaron los tiempos de regalos inesperados a los rivales. Sin embargo, el equipo merengue parece practicar el «Generación X» del fútbol: los reyes de crear oportunidades no aprovechadas. Es el equipo que más chances genera y también el que más las desaprovecha, como un chef gourmet que nunca sirve el plato.

En Pamplona y contra el Girona nos hicieron sentarnos en el filo del asiento, esperando al ansiado gol como si fuera el estreno de una película. Veinte oportunidades creadas, cinco con dirección y dos finalmente en su sitio: la red. Ancelotti y Modric tuvieron que recordarle a Mbappé que el gol no entiende de florituras; algo así como decirle «¡Menos samba y más trabajar!» en pleno césped de El Sadar. A pesar de todo, Mbappé dejó su marca con un «hat-trick» ante el Valladolid.

Este Real Madrid es una máquina bien engrasada para generar ocasiones, todos parecen tener un máster en crear fútbol. Hasta Courtois intentó su faceta de delantero con un saque mágico que casi rompe el marcador. Sin embargo, la transformación de ocasiones en goles parece ser otro tipo de magia que aún no dominan.

Mbappé, Vinicius y Rodrygo recuerdan a un trío de faquires: generan mucho, pero el espectáculo del gol no siempre aparece. Según el «Comparisonator», nuestro querido Mbappé ha evolucionado, pero los astros no siempre se alinean para el gol. En el vestuario se promueve la unidad: aquí no hay cuentas pendientes, solo un objetivo común. Lo único que importa es cerrar los partidos con goles, sea quien sea el autor.

Así que, mientras tanto, los aficionados merengues tendrán que seguir con su mezcla de emoción y desesperación, esperando que la generación y la conversión hagan finalmente las paces en su filme futbolístico.