La divertida contracrónica del Real Sociedad – Real Madrid…

¡Atención, fanáticos del fútbol! Parece que nuestras plegarias han sido escuchadas, porque el VAR ha decidido tomarse un café bien largo y dejar que el balón ruede a su aire. Y qué sorpresas nos llevamos en el partido entre la Real Sociedad y el Real Madrid, donde un golazo de Endrick nos dejó babear y pensar «¡Ancelotti, tú sí que sabes!». Eso sí, no esperéis verlo hasta abril, porque parece que el joven brasileño se ha ganado unas mini-vacaciones.

Así que tomad apuntes, porque este partido será la envidia de las sobremesas hasta el siguiente asalto. Alguno podría preguntarse: «¿No sería más fácil cambiar el calendario para evitar estos parones eternos?». Pero claro, pon eso en la agenda de alguien…

Magia en el campo y no precisamente del VAR. Entre el 4-4 del Barça y Atlético y este show, el fútbol se siente mimado. Endrick, el pichichi de las sorpresas, nos ofreció otra perla con una definición digna de museo, gracias a otro pase exquisito de Bellingham, que solo podía mejorar con arte brasileño.

Pasemos a los héroes del día: Lunin, el guardameta ucraniano que ya tenemos marcado como «de fiar» en nuestra lista de tendencias. Con una estirada aquí, un paradón allá, hizo que su buen amigo Kubo terminará pensando en una cervecita para calmar el estrés post-partido.

Pero, amigos, también hay quien sube y quien no avanza. Camavinga y Güler están en ese limbo donde no se juega mal, pero tampoco dan para los titulares. Tenemos fe en que despegarán.

Por parte de la Real Sociedad, podríamos decir que han hecho un casting para encontrar a su delantero estrella, pero lo siguen buscando. Les veríamos rompiendo las redes con un killer nato, porque sin gol, mis amigos, las victorias solo se dibujan en sueños.

Démosle una ronda de aplausos a Remiro, que dejó a su equipo con opciones al sacar una mano que si no es milagrosa, parece de la NASA. El 0-2 se quedó en fantasía gracias a él, y el Bernabéu espera con brazos abiertos el enfrentamiento final.

En resumen, dos equipos jugándose la vida de manera noble y directa, sin VAR de por medio, y todos nos fuimos a casa echando de menos menos pitidos y más ritmo. Porque así, señores, da gusto ver fútbol.