El show del chocolate y las muelas…
Carlo Ancelotti, más fresco que un yogur, está contento por el resultado, pero sabe que aún falta el segundo capítulo del drama contra el Atlético de Madrid. «Imaginad lo que puede ser el miércoles», dice con una sonrisa pícara. Después de un partido de ida que podría compararse con un cortometraje de acción, Ancelotti explicó que su experimento químico con Modric y Camavinga casi acaba en lío, todo porque Camavinga tiene una espalda caprichosa.
El partido empezó como una receta de cocina: «Pon un Vini aquí, un Rodrygo allá», decía Ancelotti. Pero cuando el Atlético intentó adueñarse del sartén, el Real Madrid se mantuvo más compacto que una lata de sardinas. Ancelotti, siempre elocuente, aseguró que, aunque el Atlético tenía el control a ratos, no lograron meter la pelota en la red como quien busca el control remoto en los cojines del sofá.
Al final, las muelas de Mbappé y el cambio de posición de Brahim fueron los chismorreos del día. Ancelotti, al estilo de un entrenador de boxeo, terminó dando un mensaje motivacional a Valverde y afirmando que, aunque a balón parado han sido menos elegantes que un pavo real en el barro, están seguros de su ritmo y seguirán trabajando como hormigas en verano.