Madridistas piden la hora, pero se llevan tres puntos…
El Madrid controlaba al Rayo como un chef que sabe que le falta sal a su receta, pero al final acabaron pidiendo la hora. Ganaron 2-1, un final más tenso que primera cita. Vinicius, mientras, se dedicó a desenrollar el alfombrado con su sorprendente juego, al que ni Mbappé ni Rodrygo pudieron añadir más sazón, ya que el balón parecía tener su propia agenda.
Ancelotti y su tropa pudieron respirar aliviados tras adelantar al Atlético en la tabla, aunque el triunfo fue más sudado que camisa blanca en el desierto. Al parecer, Lunin le echó un ojo a la línea equivocada de un guion, pero se salvó de la catástrofe con un despeje épico. Lucas Vázquez, dedicado a defender como portero de discoteca, buscó mejorar su nota en ataque. Por su parte, Asencio fue tan atento como el perro del hortelano, pidiendo perdón cada vez que su balón parecía juguete de feria.
Para completar el reparto, Tchouaméni puso el modo jefe en el primer tiempo; Modric intentó distribuir sabiduría futbolística con pases que podrían haber sido clases magistrales, pero no encontraron su hueco. Alaba continuó con su transformación en roca defensiva, mientras Bellingham y Rodrygo estuvieron como WiFi lento: amables pero inconstantes. Ancelotti, el domador de leones, ajustó a su equipo para desviar el drama del medio. Al final, todo quedó en un glorioso, pero agotador «gracias a Dios por esos tres puntos».