¡Penaltis, carreras y una botella voladora!…

Podríamos pensar que Antonio Rüdiger se cree Usain Bolt en sus ratos libres. Tras meter el quinto y decisivo penalti del Madrid, el central alemán se lo tomó al pie de la letra y se lanzó en una alocada carrera a lo Forrest Gump. 120 minutos de acción no fueron suficiente, Rüdiger decidió que un sprint de 100 metros era la mejor manera de celebrarlo. El pobre Oblak lo adivinó todo, menos tener la varita mágica a mano para desviar el balón, y el Metropolitano se quedó sin aplauso.

Y si los goles ya hacían vibrar, llegaron el baile y el lanzamiento de botellas. Bellingham, sin pensarlo dos veces, cabeceó una botella voladora como si fuese el balón de la victoria. Vinicius, por su parte, empacó su abrigo como si fuese de camping y Rodrygo esquivó todas las botellas cual Matrix en el césped. Y por si fuera poco, Jude y Ceballos se marcaron un baile digno de TikTok.

En el otro lado de la historia, Oblak contemplaba el horizonte. Ay, Oblak, siempre tan valiente y solitario. El pobre intentó parar el tsunami Rüdiger sin suerte. Mientras sus compañeros lo arropaban, él se preguntaba por qué el destino no lo había convertido en el héroe de la noche. Azpilicueta llegó al rescate y se llevó al compungido portero a casa.