Los muchachos y un baile en el banquillo…

¡Bueno, bueno, bueno! El partido del Real Madrid contra el Alavés fue un circo futbolístico digno de los mejores episodios de ciencia ficción. Carlo Ancelotti, debido a una acumulación de tarjetas amarillas, se encontraba mirando el juego desde la grada como si estuviera viendo un culebrón. Como todo un titiritero, dejó los hilos en manos de su hijo Davide Ancelotti, quien decidió iniciar la función con el joven Arda Güler. Este muchacho turco, inspirado quizás por Aladino, sacó un pase mágico para el 0-1 que dejó al Alavés con los ojos haciendo chiribitas.

Courtois, el portero al que hasta sus moscas le huyen del entusiasmo de la portería cero, tuvo una tarde tranquila, rarísima en su agitada agenda. Mientras tanto, Rüdiger y Asencio parecían estar compitiendo en una especie de concurso secreto de quién lograba más gestos heroicos, todo mientras bailaban al ritmo de un samba defensiva con el Alavés insistiendo como si fueran mosquitos de verano.

Y claro, como todo buen drama, ¡no podía faltar el momento de explosión! Mbappé decidió poner su granito de arena para desatar el caos con una tarjeta roja totalmente merecida que le dejó fuera del campo. El susto de la pradera no doblegó a los merengues, quienes continuaron su desenfreno fútbolero con Vinicius provocando más tarjetas rojas como si fuera Papá Noel en un centro comercial. Al final, el Real Madrid se va al descanso a preparar sus fuegos artificiales para el próximo partido de Champions. ¡Que siga el espectáculo!