Los misterios del código galáctico…
¡Ja! A veces el Real Madrid nos hace una actuación digna de un episodio de una telenovela cómica, como cuando jugó contra el Alavés. Fran García parecía haber visto un OVNI en el campo, Tchouaméni paseó como si estuviera en una tarde de domingo, y Lucas Vázquez hacía más lanzamientos de falta que un pato arrojando migas de pan. En medio de esta locura, el pobre Mbappé se preguntaba si se había perdido en la entrega de los guiones del día, porque no entendía nada.
Nuestro querido Kylian viene desde una galaxia no tan lejana, donde simplemente con talento se gana. Pero, ¡ah, amigo! En el club merengue se juega al despiste intergaláctico. Aquí puedes parecer el protagonista de una película desastrosa y, de repente, ¡ganas el Oscar! No hay manual de instrucciones. Necesitas tener más nervios de acero de los que se requieren para hablar con tus suegros. El Madrid, en su partido contra Alavés, lució como un elefante en una cacharrería, pero ganó porque jugar en Madrid es como vivir una eterna película de suspense, donde siempre se guarda un as bajo la camisa.
El Arsenal se está preparando con todo el rigor británico, pero se toparán con una realidad: la fuerza oculta del Bernabéu podría hacer que hasta el mismísimo Big Ben se tambalee. Sí, puede que el Arsenal lo merezca más, pero el Madrid tiene ese poder misterioso, como un abracadabra blanco. Y Mbappé, querido amigo galáctico, pronto descubrirá que ese poder desafía toda lógica terrenal. Así que, Kylian, abróchate el cinturón que este viaje espaciotemporal apenas comienza.