El Arsenal y su fiesta silenciosa en Madrid…
Imagínate esto: el Real Madrid, ese equipo bañado en estrellas y con más victorias que abuelas contando historias, se coloca una armadura brillante para enfrentarse a una pandilla de londinenses un tanto despistados, el Arsenal. Íbamos allá por el 2006, y los blancos decidieron que esa noche iban a brillar como el sol… pero el único foco que se encendió sobre el césped fue el de Thierry Henry con la intensidad de un espectáculo de Broadway. Aquella noche, Henry podría haberle dado un curso de silencio contemplativo al mismísimo Dalai Lama.
Todo el mundo pensaba que los galácticos Zidane, Ronaldo, Raúl y Beckham iban a orquestar un concierto de goles en el Bernabéu. Pero no, en lugar de eso, resultó ser una de esas noches en que la luna decide no salir. ¡Y ahí estaba Henry, jugando como si estuviera practicando para el maratón de los Juegos Olímpicos contra una defensa blanca consternada! Al pobre Sergio Ramos le hizo un tutorial de cómo se mezclan velocidad y elegancia. Y así, en el minuto 47, el francés selló la victoria cautivando al mismísimo Casillas y enviando a los londinenses a cuartos.
Con ese golazo, el Bernabéu se quedó más calladito que un lunes por la mañana. No hubo más goles en la eliminatoria; fue una oda al minimalismo futbolístico. Más adelante, el Arsenal se fue hacia la Land of Dreams, la final de la Champions, donde sería derribado por el F.C. Barcelona. Fue una temporada de cine para Henry, que decidió grabar aquella noche en Chamartín como el día en que el asfalto madrileño aprendió el arte del silencio gracias a sus botas francesas.