Courtois salva el día con súper poderes…
¡Menudo martes de infarto en el Bernabéu, señoras y señores! La gala deportiva se puso al nivel de una telenovela turca cuando, en el minuto 11, el villano de la tecnología, el temido VAR (o Varminator para los amigos), avisó al árbitro Letexier de que Asencio se había puesto a bailar el tango con Merino en pleno área. ¡Vaya manera de mostrar amor! El Madrid parecía más destinado a una montaña rusa emocional que en un partido de fútbol.
Asencio lo debió ver claro, o quizás solo quería recrear el clásico juego del escondite con Merino. Sin embargo, el VAR decidió jugar también y, ¡zasca! Penalti al canto. El Bernabéu empezó a sonar como un recital de pitos desafinados. Por suerte, Saka tomó la responsabilidad con la confianza de un pavo real, intentó un Panenka que parecía más una coreografía de ballet clásico que un tiro de penalti. Pero ahí estaba Courtois, el Robin Hood de los porteros, para impedir el derroche de arte.
Al detener el ingenioso tiro, el estadio se vino abajo como si todos los presentes acabaran de ver a sus ídolos regresar de un épico retiro en el Himalaya. Asencio respiró tranquilo, como si hubiera esquivado el castigo de una semana sin salir con sus amigos. Lo del VAR fue una partida de ajedrez en la que Courtois movió su peón para coronarse rey.