Carleto y el arte de vivir en el limbo…
En una noche digna de un culebrón venezolano, Carlo Ancelotti, nuestro filósofo del fútbol con el pelo más bien peinado que Cristiano Ronaldo en sus mejores años, decidió lanzarse a la piscina sin agua del futuro incierto. «No sé qué será de mi futuro y no quiero saberlo», proclamó con más misterio que un episodio de «Expediente X». Esta vez, la varita mágica de la suerte se tomó vacaciones y acabaron eliminados sin una copa que llevarse al Bernabéu.
Pero esto no detiene al oráculo Ancelotti, quien ya ha puesto su mirada de perro pachón en los 327 mil títulos que aún se juegan este año: Liga, Copa y Mundial de Clubes, como si del Necronomicón del fútbol se tratara. «El fútbol tiene una cara feliz y una cara triste», afirmó. Y vaya si tiene razón, la cara feliz es cuando tu equipo gana y la triste es cuando tu tarjeta de crédito pela más que un plátano de Canarias.
En medio de turbulencias, nuestro Carleto asegura que su futuro no está en sus manos, ni siquiera sabe si será ese el último tango en la Champions. Claro, si no fuera él el entrenador del Real Madrid, bien podría dedicarse a vender churros en el paseo marítimo. Pero no nos preocupemos, él levantará la cabeza como quien ve pasar un elefante volador y seguirá entrenando al equipo para que al menos no salgan llorando del campo. ¡Ánimo, Carleto!