Magia y coraje en el Bernabéu…
Dicen que el Bernabéu puede hacer milagros, ¡y vaya si lo intentó! Pero, amigo, para hacer imposibles hace falta cosa más que fe y gritos de «¡Hala Madrid!». La afición lo dio todo, parecía un concierto de rock, pero los señores de blanco estaban más perdidos que un pulpo en un garaje. ¿Qué hicieron? Bailaron al ritmo de un tango desafinado entre el corazón y la cabeza… y bueno, el fútbol quedó en el vestuario.
Es como si el equipo hubiera intentado empezar una película por el final o, mejor dicho, resolución antes de conflicto. Querían marcar el segundo gol antes que el primero, un plan tan loco como intentar ver el desenlace de una serie ¡sin saber ni de qué trata! Y ahí estaban, lanzando balones al aire como quien tira confeti en una fiesta. Pero, claro, ya no estaba el gran Joselu para rematar la faena con cabeza.
En fin, que al Madrid le falta juntar las piezas del rompecabezas. Tal vez ayer hicieron mucho ruido, pero pocas nueces. Eso sí, los fans salieron más emocionados que un niño con chuches, aunque seguramente se quedaron rascando la cabeza y preguntándose si estaban viendo un partido de fútbol o una novela de misterio mal contada.