Brasil busca técnico con más urgencia que uno busca WiFi…

Carlo Ancelotti, nuestro amado técnico del Real Madrid, ha dejado claro como el agua del Manzanares (antes de las obras, claro está) que su corazón late al ritmo del himno del Real Madrid. Como si Lopetegui no lo hubiera advertido ya, Brasil intenta con más insistencia que un mosquito en agosto lograr que Carlo cambie el Santiago Bernabéu por el carnaval de Río. Pero nada, el tío está más seguro en su puesto que un defensa en barrera.

La canarinha, que no encuentra rumbo en su GPS futbolístico desde hace un rato, se ha montado un casting técnico que mete hasta a Jorge Jesús, aunque sigue en su odisea futbolera en Arabia. Y ahí están, volando de un técnico a otro como Tarzán de liana en liana, mientras Ancelotti se toma su cafecito en Valdebebas, cuan hobbit instalado en la Comarca blanca.

Diego Fernández, un magnate con más relación con la CBF que el balón con el césped, aterrizó en el Bernabéu buscando un destello de esperanza. Pero Carlo, con más tranquilidad que un gato al sol, dejó clara su postura: su amor por el Real llega antes que una samba. Tanto, que Brasil tiene que seguir buscando en el mercado de entrenadores, como uno busca las llaves justo antes de salir de casa.