El silencio sepulcral del vestuario merengue…

Era una de esas tardes en Valdebebas donde el viento parecía querer jugar al fútbol más que los propios jugadores. Ancelotti, con pinta de Harry Potter muggle con capucha, se paseaba por el campo tan silencioso como un portero en un campo de melones. ¡Ni siquiera las risas de Vini o los gritos de «Magia!» de Modric cuando hacía un caño se asomaron por allí! Parecía que alguien había cambiado el césped por un campo de espinas.

El misterio de Ancelotti, el maestro del camuflaje, fue la comidilla del día. El entrenador del Real Madrid se convirtió momentáneamente en un personaje de película de espías, paseando solo, susurrando al viento cómplices miradas con el césped, y apenas cruzando palabra con su cuerpo técnico. Todo parecía ser parte de un plan secreto para invocar el regreso de la risa perdida.

El vestuario se había mudado a un territorio ocupado por la depresión tras la batalla perdida contra el Arsenal. Ahora, como héroes de película de aventuras, los jugadores deben levantarse de la lona para enfrentar ¡dos épicas batallas! Un tropiezo en LaLiga y podrían estar organizando la coronación de Barcelona desde el sofá del Bernabéu. Así que el reto es salir del túnel antes de que el Athletic les pille con la puerta giratoria.