Ancelotti y su puzle de 6.000 piezas en Getafe…

Imaginaos a Ancelotti, sentado en un trono sobre ruedas, empujado por sus jugadores mientras intenta resolver el cubo de Rubik del once inicial. ¡Seis cambios! Más que las veces que el portero tropezó con el balón. Aun así, Güler iluminó el primer tiempo con un golazo que hizo llorar a Mozart de emoción. Pero luego, el equipo pasó del color del oro al gris del cielo inglés. Vamos, que ni un camello en Alaska sufrió tanto como Fran García a lo largo del partido.

Luego está Courtois, el verdadero Santo Patrón de los Parques de Atracciones. Paró más bolas que un portero en una telenovela mexicana, especialmente en el minuto 96, con una parada que sería la envidia de cualquier DJ en una fiesta. Mientras tanto, Lucas Vázquez se movió por el campo más rápido que un rumor en un vestuario, incluso cuando los del Getafe intentaron hacerlo bailar al compás de una polca futbolística.

Finalmente, Brahim y Endrick, que parecían estar conspirando para hacer sufrir al espectador. Sus intentos de gol eran tan frustrantes como buscar WiFi en el desierto. Por su parte, Alaba recibió estrellitas por su juego, pero luego desapareció por una lesión. El banquillo era una fiesta, con Modric y compañía tomando el sol mientras Ancelotti tocaba el violín de «espera, que falta la Copa». ¡El Madrid sigue luchando! Aunque a veces parezca más un combate de sumo a cámara lenta. Ancelotti debería llevar una coraza de caballero medieval, si quiere salir invicto de esta temporada.