Errores repetidos como discos rallados…

Imaginen esto: estás jugando al Monopoly y compras la misma calle en la que has caído tres veces. Así, a lo loco. Algo parecido le pasó al Madrid contra el Barça, pero con goles en vez de calles. Ancelotti, el sabio italiano, recordaba a su equipo que defender es casi tan importante como hacer la comida el domingo. Sin embargo, un 0-4 y un 2-5 de daño acumulado sugieren que las clases de defensa de Carlo necesitan más asistentes. ¡Y los goles culés se acumulaban como hamburguesas en un buffet! Anecdótico, ¿verdad?

El problema es que los madridistas llegaron a la final como si estuvieran en una cena de gala con un par de calcetines desparejados y una corbata de pollo a rayas. Los madridistas intentaron hacerle un jaque mate al Barça, pero los azulgranas ya se habían aprendido el alfil y el peón mejor que Bobby Fischer. Benzema y Mbappé, buscando el tiro perfecto, se encontraron más atrapados que Scooby-Doo en un episodio clásico. ¡Las trampas del fuera de juego eran como truco o trato en Halloween!

Llorando por una defensa en la que Bob esponja organizaría mejor cada bloque. Mientras tanto, Lewandowski, inspirado como un cocinero en MasterChef, se servía el doblete con elegancia. Parece que el Madrid estaba jugando al escondite con el balón, pero nadie les dijo que la excusa ‘me perdí’ no vale en el Bernabéu. Y mientras buscaban la ardilla en el bosque, el Barça ya había montado una fiesta de goles a la que todos fueron invitados. ¡Para qué engañarnos, el resurgir blanco tendría más vueltas que un tiovivo loca! Así que Carlo, a cruzar los dedos y a rezar al dios del fútbol por un cambio de suerte.