Lo que no viste del Clásico en Sevilla…

En la final de la Copa del Rey, el Nou Camp y el Santiago Bernabéu estaban tan nerviosos que incluso las estatuas temblaban. En una noche de emoción, donde los cocodrilos soñarían con ser futbolistas, Koundé se vistió de héroe más rápido que un superhéroe cambiándose en una cabina telefónica y aseguró la victoria del Barcelona anotando un gol crucial. ¡Ni el mismísimo Flash podría haber aparecido en el momento justo como lo hizo Koundé en el minuto 116!

Del lado opuesto, Szczesny, el portero con nombre de mueble de IKEA, vivió una jornada agria y dulce. A pesar de que su retiro en el verano pasado parecía definitivo, acabó defendiendo la portería contra el Real Madrid, eso sí, como si estuviera en una novela de suspense, mantuvo en tensión a toda la grada hasta el último momento, mostrando unos reflejos dignos de un ninja profesional, pero viendo como Tchouameni le burlaba más rápido que un perro roba un filete de la mesa.

Y ahí estaba Ferran Torres, que aprovechó cada error del enemigo como el más rápido en una rebajas, ¡termina la Copa como el máximo goleador! El «Tiburón» Torres estuvo cazando goles con más entusiasmo que un mono encuentra un plátano. En definitiva, una final electrizante que haría que hasta los postes del estadio quisieran celebrarlo bailando salsa.