Tiempo extra con sabor a siesta española…

¡Ay, las prórrogas del fútbol, esos mágicos 30 minutos que parecen eternos como un lunes por la mañana y tan emocionantes como encontrar un billete de 5 euros en tus pantalones viejos! Cuando el tiempo reglamentario decide hacerse rogar en la Copa del Rey, los equipos se arman de valor y salen al campo dispuestos a darlo todo, como si del último trozo de tortilla se tratase en una comida familiar.

El partido, que parecía un thriller donde los villanos son los empates, se transforma en una épica saga de 30 minutos, divididos en dos mitades de 15 minutos, más cortas que el café de un abuelo, pero no menos intensas. Eso sí, si después de este toque de emoción aún no hay ganador, se pasarán a los penales, un momento comparado solo con ese instante en que España entera suspira cuando Carmen Sandiego sigue desaparecida.

Estas prórrogas, más apretadas que una lata de sardinas, ponen al rojo vivo la competitividad en el fútbol y, por qué no, a los aficionados que ven como el temple y la resistencia de sus jugadores son puestos a prueba. ¡Es un resurgir como el ave Fénix del fútbol, donde hasta el aficionado más tranquilo se convierte en un león rugiente! Así que, ya sabes, cuando el árbitro pita y el empate reina, la Copa del Rey se pone sus botas mágicas para unos minutos extra de pura magia futbolística.