De hielo y rojas va la cosa…

¡Menudo fiestón de tarjetas rojas se vivió en el final de la Copa del Rey! Parecía una fiesta de tambores flamencos pero sin música de fondo, solo el sonido del silbato del árbitro De Burgos Bengoetxea resonando en el estadio. En un acto digno de un circo, se repartieron rojas como si fueran confeti en Carnaval. De Burgos mandó a tres jugadores del Real Madrid a calentar banquillo con tanta rapidez que ni los magos sacan conejos de la chistera. La última tarjeta fue para Jude Bellingham, que parecía estar practicando para los Juegos Olímpicos de Lanzamiento de Actitud Agresiva.

Y ahí estaba el gran showman de la noche, Rüdiger, con una actuación que parece sacada de una película de acción. El central alemán demostró que manejar una bolsa de hielo no es tan sencillo como parece. ¡Se podría decir que eran batallas medievales pero con nieve derretida! Intentó lanzar hielos al árbitro al más puro estilo «Frozen», pero terminó siendo sujetado por tres valientes, como si de un concurso de sogatira se tratara. Quizás pensaba que el árbitro era una bebida caliente que necesitaba enfriarse, aunque eso no justifica su intento de doble ataque congelante.

Mientras los árbitros seguían repartiendo rojas como si estuvieran en un puesto de lotería en Navidad, el técnico del Real Madrid miraba con cara de ‘no entiendo ni la mitad’, lamentándose por la derrota frente al Barcelona. Todo el mundo pensó que Vinicius salía del campo con una roja, pero no, el afortunado tercero fue Bellingham. Al menos sabemos que, en un mundo alternativo, Rüdiger podría montar su propio negocio de bolas de nieve. Y colorín colorado, este cuento de rojas ha terminado… ¡por ahora!