El brasileño medita sus aventuras blancas…
Rodrygo Goes, el crítico de moda del fútbol mundial, ha decidido encerrarse en su castillo peruquerito tras una de esas épicas finales. ¿Por qué? Pues resulta que el pobre no encuentra su chispa en el siempre luminoso firmamento del Real Madrid. ¡El chico está más confuso que un árbitro VAR con gafas de sol! Desde hace un tiempecillo, sus pensamientos revolotean como pajarillos y la idea de dejar el equipo no lo abandona.
El astro brasileño que era la pesadilla de porteros en la Champions, ahora tiene como competencia a una pandilla de superhéroes llamada Mbappé, Vinicius y Bellingham. ¡Entre estos tres, Superman tendría crisis de identidad! Ni el mismísimo Tony Stark del fútbol está a salvo de estas deslumbrantes sombras. Como si de un triángulo amoroso se tratase, el juego de Rodrygo es más generoso que repartir bocadillos en Las Cibeles, pero los otros prefieren el solitario brillo del show en solitario.
Xabi Alonso, quien parece el sabio mago Merlín del equipo, se perfila como la única solución para que nuestra estrella reflexiva no se haga un hachazo a sí mismo y diga adiós. La oferta de Arabia, cual canto de sirena, llama pero no encanta. Rodrygo tiene opciones brillando en el horizonte europeo, donde podría encontrar la paz como un monje zen del balón. Mientras tanto, el Madrid no quiere dejarle ir, como si perdiera la llave maestra de sus remontadas más legendarias.