El regreso de Kylian: ¿Heroe o villano?…
Kylian Mbappé vuelve al once titular del Madrid con más vueltas que un hámster en una rueda después de una pausa que ya era más larga que la espera para el tren en hora punta. Primero, le echaron una roja en Vitoria por despejar con la cara la alucinante volea de Ancelotti. Luego, se hizo amigo de unas molestias en el tobillo que no había visto ni en el mejor videojuego. Su regreso al Bernabéu es como el de un exnovio que vuelve a pedir perdón después de una discusión sin pastel de chocolate en la mesa; ya veremos si le aceptan o hay más pitos que en un concierto desafinado.
En un partido, Mbappé se robó el show cambiando el partido del Madrid como quien vuela una cometa en un huracán. En la final de Copa, entró al campo como un superhéroe llegado tarde a salvar el día, dejando claro que si él dice que la luna es de queso, es de queso. Su influencia es tan grande, que hasta el balón tiembla de miedo ante la posibilidad de una chilena sorpresa de Kylian. Sin levantar el trofeo, salió con la cabeza bien alta, demostrando que sin él, el Madrid es como un bocadillo sin jamón.
La persecución del Barça, y de paso, el récord de Zamorano, es más complicada que un cubo de Rubik, aunque Mbappé ya tiene 34 goles, los suficientes para llenar el mapa del metro de París. Con el Celta de vuelta en su horizonte, busca cerrar la boca a los críticos, esos que lo tomaron por el villano de los cuentos de Chamartín. Si el fútbol fuera una película, Mbappé sería el típico héroe que aparece después de los créditos y dice: «¡Aún no hemos terminado, Barça!». En fin, el Bernabéu es un escenario listo para la próxima entrega de esta telenovela disparatada de fútbol.