El canterano blanco renace de sus cenizas…

Érase una vez en un estadio no muy lejano, un joven llamado César Palacios que cruzó el océano en busca del sueño futbolístico. Pero en lugar de encontrar el Tesoro del Caribe, se topó con un iceberg del tamaño de una lesión de ligamento cruzado. Tras el golpe, Palacios descubrió que su pasión por el fútbol lo llamaba más fuerte que un árbitro pitando un penalti en el último minuto, así que decidió regresar, más fuerte y rápido que un correcaminos al que le pisan el rabo.

Mientras César y su ligamento hacían su entrenamiento estilo Rocky Balboa, el resto del mundo seguía girando. Los rumores decían que el Athletic de Bilbao estaba afilando sus garras para atrapar al joven león soriano-pamplonés, pero nuestro pichichi sabía que su lugar estaba en el reino merengue. Con la fuerza de un jarrón de Ming y la agilidad de un ninja haciendo parkour, nuestro héroe retomó su camino en el Real Madrid Castilla, dejando atrás 275 días de recarga dignos de Rambo entrenándose para una nueva película.

Su regreso al reino de los céspedes se celebró como si el Real Madrid hubiera fichado a un dragón del Juego de Tronos. Márchense, haters, su contrato no solo dura hasta 2027, sino que viene con etiqueta de alta seguridad: 50 millones de euros. En su primer partido post-resurrección, jugó 15 minutos, tiempo en el cual dejó claro que estaba listo para dejar huella, firmando autógrafos y recogiendo palmaditas en la espalda por doquier. Bienvenido de nuevo, César, que tu sonrisa ilumine el camino hacia la gloria blanca.