El entrenador que desafía a la gravedad madridista…
Parece que el tío Carlo Ancelotti se ha levantado una mañana, ha mirado al espejo y se ha dicho: «Hoy me la juego todo en Montjuïc». Con un pie levantado como si pisara en un charco, se dirige al Clásico con el mismo entusiasmo que un gato en una fiesta de perros. Y es que, para competir con el Barça en LaLiga, el Real Madrid necesita no solo ganar, sino hacerlo con estilo hollywoodense; ya sabes, como si fueran en un descapotable volador con Alfredo Di Stéfano al volante.
Lo mítico de esta historia es que nuestro héroe italiano sabe que su etapa con el Real Madrid es como un contrato de móvil: ya no hay marcha atrás y está por expirar. Carlo, cuyas cejas tienen más expresión que la Sagrada Familia, tiene la ardua tarea de llevar a los suyos a la victoria, mientras siente el peso de una úlcera futbolística en constante crecimiento. Y todo esto, aderezado con la misma tensión que tendría un jamón vegano en una barbacoa.
A pesar de todos los peros y peras, Ancelotti viene a dar la cara. Puede que no continúe el año próximo, pero, al mejor estilo Terminator, está dispuesto a decir: «Volveré». Mientras los blancos se preparan para el enfrentamiento, el estadio Montjuïc se convierte en el cuadrilátero de esta gran final, donde el entrenador italiano intentará su último movido paso de samba. ¡Que comience el espectáculo!