Un título, una saga de ciencia ficción…

En una galaxia muy, muy blaugrana, el Barcelona de Flick ha destronado a sus rivales para coronarse campeones de LaLiga, como quien roba un caramelo a un niño en el patio del recreo, ¡y todo antes de que el árbitro llame a ir al recreo! Flick ha sido el Yoda futbolístico que llevó al equipo a su 28ª liga con el mismo dramatismo que una telenovela en su clímax. Esta es la primera liga que suma Flick, quien llegó como una brisa en un día caluroso a reemplazar a Xavi, dejando al madridismo más despeinado que el pelo de un hincha culé en una montaña rusa.

Joan Laporta, ese Faraón del Camp Nou, eligió a Flick con más fe que un amante de los reyes magos. ¡Alocado pero efectivo! A pesar de que Flick no tenía más currículum que un niño de primaria con deseos de gigante, logró lo inimaginable con un Barcelona maniatado por el ‘Fair Play’. Su visión monárquica llevó al club a la victoria en Liga, Copa del Rey y Supercopa, mientras en Europa, el Inter les cerró la puerta del paraíso justo antes de abrirla. Fue una temporada quirúrgica donde la táctica alemana imploraba: «¡Por fin se acabó este noviembre de mierda!».

Y en el campo, como un destello intergaláctico, Lamine, a los 17 años, se convirtió en una supernova de goles y asistencias, dejando huella en la Vía Láctea futbolística. El joven prodigio, de tan solo 17 años, destrozó defensas cual Hulk enfurecido, llevando al Barça a reencontrarse con su esmeralda pasto celestial. Además, con aliados como el maestro del medio campo Pedri, el velocirraptor brasileño Raphinha y el cañonero Lewandowski, Flick construyó una máquina indestructible con el poder de un sándwich mixto al desayuno. ¡La era Blaugrana vuelve a estar en pleno apogeo!