De la Casa blanca a la Casa de Boban…
¡Paren las rotativas! ¡Cierren las bocas abiertas! Luka Modric, el caballero de la media luna madrileña, se prepara para una *dolce vita* con los rossoneris en Milán. Este plan magistral parece más una película de robos que una simple transferencia. Después de todo, quien diría que su viaje involuciona a un exjugador del Milan, Zvonimir Boban, como su mentor espiritual. ¿Un bromance futbolístico dirán ustedes? ¡Claro! Este es el equivalente futbolero de irse de Erasmus pero con una maleta llena de Balones de Oro.
Y mientras la Serie A afila sus colmillos para recibir a Modric con la misma intensidad que un cachorro hiperactivo espera por su dueño al final del día, el genial croata tiene en mente un plan secreto que hasta Eiffel 65 envidiaría: usar el Milan como trampolín para el Mundial 2026. Imaginen a Modric, saltando de las manos de Ibrahimović, directo a besar la bandera croata en el próximo mundial, dándole una patada cósmica a su retiro internacional con todo el dramatismo digno de una telenovela italiana.
Dos sorpresas: el Milan no jugará en Europa el próximo año (¡oh, el escándalo!) y Modric está feliz con eso. Claro, después de tanto amor con el Madrid, enfrentarlos sería como cruzar las corrientes jugando a los cazafantasmas. En su última función estelar, Modric quiere disfrutar del show sin mirar atrás, como un artista al final de su gira. Así que vayan afilando la pizza, porque Modric se muda a Italia y esto promete ser una comedia dramática en tres actos, con pizarras tácticas de espaguetis y una torre entera de goles al dente.