La perla que brilla más que el oro…

Se cuenta que Mastantuono nació con un balón bajo el brazo y que su primer balbuceo fue «¡Gol!». Desde que aterrizó en River Plate, ha dejado a todos boquiabiertos con su rapidez, habilidad y el arte de moverse por el campo como una cebra hiperactiva en la sabana. En su primer año ha reunido una colección de jugadas dignas de un museo del humor futbolero, donde cada regate es una obra de arte y cada pase un poema épico.

Su irrupción ha sido como un huracán en el mundo del fútbol argentino. Ha sacudido las gradas, el banquillo y hasta a los vendedores de churros en la entrada del estadio. Dicen que hasta el mismo Messi ha comenzado a tomar notas creyendo que Mastantuono tiene algún truco mágico escondido entre sus calcetines. Lo que es seguro es que cada partido con él es como una clase de baile, pero con gambetas que hacen bailar hasta las cámaras del VAR.

Con cada destello en el campo, Mastantuono ha logrado que los aficionados de River Plate se sientan en una montaña rusa emocional: entre la certeza de la victoria y la incertidumbre de si el balón acabará en el fondo de la red o en Marte. Por ahora, el universo del fútbol cruza los dedos esperando nuevos milagros de este joven, cuyo apellido parece sacado de una telenovela, pero cuyo talento podría llenar bibliotecas enteras de jugadas maestras.