Leyendas del fútbol arman lío benéfico…
El Santiago Bernabéu se transformó en una especie de parque temático del fútbol, donde viejas glorias paseaban como leyendas de un museo viviente. En el centro de todo este desfile de nostalgia con botas, Toni Kroos reapareció como un mago del deporte con una varita de talento. Rodeado de nombres que en sus tiempos causaban más pánico que una película de terror, Kroos volvió a dar lecciones de geometría con el balón. Eso sí, una lluvia de aplausos casi hunde el estadio al verle pisar el césped nuevamente.
La escena robada corrió a cargo de Baptista, quien desesperado por dejar su huella, decidió que la falta que iba a lanzar Kroos le vendría mejor en su colección de anécdotas. La cara de Kroos fue un poema, y la de Marcelo, un libro cómico. Para compensar el ‘hurto’, el legendario Toni regaló un penalti a Raúl, que luego movió la pelota hacia Marcelo, todo ello mientras las gradas disfrutaban como si vieran una comedia de enredos. Raúl, por su parte, celebró un gol simulando un putt de golf porque, ¿por qué no?
Este match de corazonadas no solo fue absurdo y glorioso, sino también solidario: el dinero recaudado quedó destinado a obras que harían sentir orgulloso al mismísimo Robin Hood. Vale, sin arco ni flechas, pero con un balón y buena intención. Y así, en el minuto 84, con más sutileza que un trueno en una tormenta, Kroos se despidió entre lágrimas, aplausos y un leve guiño al destino. Un evento donde nostalgia y risas plantaron un golazo en el corazón de todos los presentes. ¡Olé!