De la élite al desierto en busca del balón dorado…
Preparad el cronómetro y las gafas de sol, porque la historia que nos ocupa es un viaje exótico de la mano de dos leyendas del Real Madrid: Ferenc Puskas y Héctor Rial. Todo empezó cuando la Federación Saudí, con más ganas de fútbol que de té a la menta, quiso fichar a Alfredo Di Stéfano. La Saeta rumorosa dijo «no» con un movimiento digno de Matrix, pero recomendó a sus amigos a lo «Los Vengadores» del fútbol.
Así que, con la rapidez de un chaval corriendo al recreo, Rial y Puskas aceptaron la misión, embarcando también al multiusos gallego Castro Ruibal. Allí, en plena tormenta de arena, los tres mosqueteros descubrieron que el fútbol saudí era primitivo, o como ellos lo llamaron, «nivel infancia de la Play», donde jugar a 60 grados era más peligroso que un suegro con un micrófono en una boda.
Aunque no lograron milagros dignos de alabanzas, Puskas y Rial intentaron formar a otros entrenadores, enseñándolo todo y un poco más, hasta que se despidieron de los partidos en modo sauna. Tras dejar sin luz a Riad y algunas derrotas en la Copa del Golfo, los caballeros regresaron a España, pasando el testigo a los británicos, que sin duda trajeron paraguas, té y paciencia.