El trío mágico de los cambios: Vini, Rodry y Jude…

En los vestuarios del Hard Rock Stadium, Xabi Alonso parecía un estudiante el día antes de un examen: nervioso y rodeado de notas pegajosas por todos lados. Ni siquiera había empezado a tomar nota de lo que ocurrió durante el partido cuando ya se hablaba en televisión, radio, y hasta una paloma mensajera sobre sus ‘tareas pendientes’. Eso sí, desde ya quedó claro que sus deseos navideños para reforzar el equipo tienen nombres y apellidos: Vinicius, Rodrygo y Bellingham.

La cosa va así: necesita a Vinicius para que el balón vuelva a ser tan escurridizo como una pastilla de jabón en la ducha. A Rodrygo para inyectar esa chispa que solo el fútbol brasileño tiene, como si se hubiera tomado un par de espressos antes de salir al campo. Y por supuesto, Bellingham, el tipo que, sin capa, hace más paradas que Superman en un día ocupado. Este trío podría convertir un partido regular en una fiesta más explosiva que la espuma de una Coca-Cola agitada.

Mientras tanto, los socios del club esperan con ansias que Xabi encuentre la solución mágica en su libro de hechizos futbolísticos. Quizás revise estas páginas, o se embarque en una épica búsqueda por el hemisferio sur en busca de delanteros legendarios perdidos en el desierto. Pero una cosa está clara: la misión número uno es transformar cada partido en un espectáculo digno de un estadio lleno de rabiosos hinchas, y convertir el fútbol en un arte todavía más electrizante. ¡Vamos, Xabi, los fans te siguen desde el sofá (con snacks incluidos)!