El intrépido central ha llegado al Madrid como un rayo…

El Real Madrid necesitaba en su defensa algo más fiable que el WiFi en un ascensor. Entra en escena Huijsen, un joven que encarna la solidez de un jamón ibérico. A Xabi Alonso no le hizo falta llamar a McGyver porque Huijsen había llegado de Bournemouth con la lección aprendida. Como un arquitecto del Renacimiento y con sus 1,95 metros de altura, el central maneja la zaga como si fuera un coro mientras mantiene una estabilidad digna de un koala en un árbol.

Lo sorprendente en este escenario de futuro es que Huijsen ni siquiera vino a Madrid para tapar agujeros; no, señores, él mismo es el taladro que crea su propio espacio. Con elocuencia digna de speaker de lotería, ha entrado al once inicial como un imán a una nevera. Sus palabras son claras: «Para mí es un sueño», dice. Claro, como no iba a serlo cuando las estrellas del club pueden ser tus compañeros de hermandad.

Pero no solo es brillante en la defensa. También pone en vereda a Rüdiger, Asencio y Militao, haciendo que parezca que juegan a un dominó táctico en el vestuario. Sus pases son tan precisos que ni un GPS los haría mejor; en el Mundial de Clubes lideró los envíos como líder postal. Con Xabi Alonso al volante y Huijsen en clase magistral, el Real Madrid planea un año que ni un equipo de Quidditch podrá igualar.