El destino incierto del lateral gallego…
Álvaro Carreras se convirtió en el mejor espectador de su propio espectáculo. El hombre, de estampa gallega y banquillista profesional, no pudo ni desempolvar el césped mientras el Chelsea mostraba la puerta de salida al Benfica del Mundial. El Real Madrid, como un detective privado con gafas de sol, sigue a la espera de qué nuevo show montará Carreras al volver de sus vacaciones.
Mientras el verano le concede sus dulces abrazos, el pobre Rui Costa del Benfica se encuentra en medio de una tragicomedia. Tal y como el Titanic, su propuesta económica se hundió sin salvavidas, tan rápido como un delantero sin portero. Ahora, cual Hamlet futbolero, duda si presentarse a las elecciones o quedarse llorando por las esquinas del estadio, mientras sus socios le han dado menos apoyo que un poste en medio del campo.
El Real Madrid, con la paciencia de un pescador gallego y más ofertas que una tienda de rebajas, sigue esperando. Rui Costa, quien un día pidió más monedas por Silva de las que caben en un bote de cacahuetes, ahora observa cómo baja el precio de Silva más rápido que un balón mal chutado. Entre tanto, Carreras aguarda el desenlace como si esperara el último autobús después de un derbi. ¡Ah, el mundo del fútbol y sus vueltas infinitas!