Un minuto a lo Super Saiyan en Palm Beach…
En una escena digna de película de ciencia ficción y con más suspense que una partida de ajedrez entre tortugas, el Real Madrid hizo lo inimaginable: detuvo el mundo por un minuto. En Palm Beach, sí, donde lo más emocionante solía ser el vuelo de los flamencos, los jugadores y el cuerpo técnico de Xabi Alonso –que seguramente llevaba más gel que Mourinho en sus buenos tiempos– guardaron un minuto de silencio en honor a Diogo Jota, que no andaba muy portugués últimamente, y a su hermano André Silva.
La tragedia, que sucedió en Zamora, hizo que los jugadores del Madrid se reunieran en un círculo perfecto que hasta el mismísimo Pitágoras envidiaría. Fue un gesto que hizo estremecerse hasta al banderín del córner, mientras el mundo del fútbol lloraba ríos de lágrimas metálicas, porque bueno, todos sabemos que los futbolistas son un poco robots, ¿no? Los de Ancelotti, apachurrados como sardinas en lata, demostraron que aunque los horarios de los vuelos internacionales suenen a trabalenguas, la solidaridad no conoce fronteras.
Y claro, en pleno entrenamiento, antes del crucial partido contra el Borussia Dortmund, el minuto de silencio tuvo la intensidad de una telenovela venezolana. Los madridistas, entre tanto drama, casi se saltan la hidratación, lo cual sería un verdadero sacrilegio en el mundo futbolístico. Pero tranquilos, al final todo salió bien, el águila voló alto y el Madrid, con espíritu renovado, prometió que el próximo minuto de silencio sería igual de épico, tal vez con más coreografía.