El alemán y su clon perdido en el Bernabéu…
En el reino de los castillos blancos, hace más de un año que la varita mágica de Toni Kroos no lanza hechizos. Con 34 primaveras, y cinco copas de Champions en sus alforjas, decidió retirarse al trono de la tranquilidad mientras todo el madridismo sigue componiéndole poesías. «No quería convertirme en una momia del fútbol», dijo Toni, quien por cierto era el DJ del equipo, marcando el ritmo con la batuta de su pie derecho.
Mientras Kroos se relaja en su castillo de las zapatillas retiradas, Luka Modric, su fiel escudero y gran amigo, decide cabalgar hasta Milán. «Todavía mueve al equipo como si fuera una orquesta de rock», dice nuestro querido Toni, observando cómo Modric planea nuevas batallas, aunque su armadura de 39 años ya tenga alguna que otra abolladura. Para Kroos, hermanos en el campo, no hay varita que pueda perder el croata: «Ese pie jamás será exiliado al banquillo de los suplentes».
Y en el trono de entrenador del Real Madrid, el legendario Xabi Alonso intenta seguir las huellas doradas de Kroos. «¡En busca de un Kroos 2.0!», parece gritar. «Xabi tendrá que ser como un Jedi del fútbol, corrigiendo errores y mejorando fórmulas», bromea Kroos. La magia continúa en el Bernabéu con héroes nuevos como Vinicius y Bellingham, mientras el fantasma del Kroosaurio se pasea por las gradas, recordando a todos el toque que todavía sigue echándose de menos.