La opinión de Raúl Varela sobre Lamine…

Visitar Las Rozas cuando la Selección Española se concentra es como descubrir que los futbolistas también son humanos y no robots del FIFA. Aquí las estrellas se muestran más abiertas para los medios, como si fueran magos revelando sus trucos por primera vez. El escaparate es fascinante: Unai hablando claro, Huijsen con su estilo marbellí, Carvajal con analogías radiofónicas y Fermín desmintiendo rumores como si Gavi fuera algo de ciencia ficción. Lamine también ha participado en TVE, evocando las declaraciones de Vinicius, afirmando que si fuese un paquete el cumpleaños de enanos sería hasta simpático. No le falta razón, pero que no se preocupe, al tuntún de Vinicius seguro que se curte en este camino de altibajos.

En el universo paralelo de Vinicius, los lastres del año pasado se evaporaron como helado en un día de verano, salvando al Madrid de los quebraderos de cabeza que ni un detective podría resolver. Ahora, al marcar dos goles, parece que pasamos más tiempo hablando de él que examinando el menú navideño. Lamine ya empieza a sentir el peso de las expectativas, como un equilibrista en la cuerda floja del entretenimiento mediático. De repente, hasta su peluquero, las edades de sus novias y cada gesto en el campo están bajo la lupa, como si de una loca telenovela se tratase. La sociedad le pasa factura por ser talentoso y diferente. ¡Pero cuidado, que quedarse calvo de tanto estrés podría ser su próximo problema!