El show del brasileño: de pancartas a goles
El Etihad Stadium se convirtió en una pasarela de pancartas creativas cuando Vinicius llegó con toda su samba. Los del Manchester City, quizás inspirados por el stand-up, quisieron recordarle que el Balón de Oro era un trofeo lejano, como una dieta en Navidad. «Deja de llorar tanto», decían, mientras Vini leía con la misma preocupación que uno tiene por despertarse un lunes.
Mientras las críticas intentaban hacerle cosquillas, Vinicius se dedicaba a lo suyo, o sea, a jugar al fútbol como alguien que no ha leído el guion. El espectáculo del carioca fue como de barra libre en una boda: no sabías qué esperar pero seguro era bueno.
Ancelotti después del partido, con la sonrisa de quien sabe que preparó lasaña para la cena, confesó: «Si ha visto la pancarta, debió motivarle mucho. Estuvo peligroso.» Claro, ¿quién se resiste a una motivación tan literaria y profunda como un cartel de karaoke?
La noche fue un cambiazo para Vini: un poco de magia, un toque de tiki-taka y unas dosis de electricidad para animar el partido. ¿Quién dijo que Vini no podía manejar una tormenta? Si hasta provocó que el karma visitara al City, devolviendo algunas bromas con creces. De película.
El gol que Mendy falló, el pase a Mbappé que casi fue postal y el penalti que no fue, parecían chistes de partido, pero Vinicius terminó riendo el último. La segunda parte fue una especie de «show de talentos» donde Vinicius demostró que, aunque no lea inglés, sí habla fluido «fútbol».
Courtois, el brillante guardameta con dotes de comediante, soltó entre risas: «No sé si entiende bien el inglés, pero es mejor así. ¡Grayt mostr del partido!» A lo Ancelotti, midiendo sus palabras.
Y así, viendo como Akanji decidía sumar al espectáculo con una lesión, Vinicius se transformó cual superhéroe, dejando que sus botas hicieran ruido. Ni el viento, ni la lluvia, ni pancartas distraerían al 7 del Real Madrid.
Al final, Vinicius dejó dos sorpresas más en el campo: una asistencia para que Bellingham completara el poema de la noche, y un gol que Brahim pintó de blanco en el minuto final. Dicen que fue una cátedra de resilencia disfrazada de fútbol.
La gente de Roc Nation, como si de un tuitazo se tratase, comentaron con picardía: «Sin lágrimas de Vini en el Etihad Stadium», acompañando la broma con una foto de Vini alzando el trofeo al MVP. Mismo estilo, provocación como revancha. ¿Quién dijo que el fútbol no era un arte de la sorpresa?