La intriga del Bernabéu y la risa de Ancelotti

Dos encuentros frente a los titanes del fútbol mundial y una pregunta ronda el Bernabéu: ¿Raúl Asencio es defensa o aspirante a superhéroe anónimo? Después de hacerle frente a Julián Álvarez y Erling Haaland con más estilo que un gato de dibujos animados, el joven central ilumina la escena madridista y hace que el viejo ‘Nacho’ parezca tan obsoleto como un VHS. Los aficionados se han enamorado de su valentía, su audacia, y de cómo defiende con la cabeza bien alta y unos pantalones todavía en su primer año de uso.

Nuestro bueno de Ancelotti, después de dudar si Asencio tenía corazón de león o de perro faldero, le aplaude ahora con la emoción de un fan de una boyband. Mientras Tchouaméni pensaba que tenía la jerarquía asegurada, Raúl llega con la frescura de un chaval que entra en un bufé libre con hambre. Y justo cuando se avecina el reto contra el City, el dilema está servido como gazpacho en verano: “Aquí no hay titulares eternos”, comenta Carletto mientras busca su peonza de decisiones con más drama que una telenovela.

Para Ancelotti, montar la alineación es como resolver el cubo de Rubik: siempre hay una pieza que no encaja. Lucas y Rüdiger andan en la grada rascándose la cabeza, mientras Valverde pide aplausos como lateral, y Asencio se prepara para bailar con Tchouaméni en el centro del campo. Con Rüdiger casi con un pie en el campo, Ancelotti tiene que estrujar su cerebro italiano para decidir quién se queda con las llaves del mediocampo: ¿Camavinga o Asencio? Mientras tanto, el debate se calienta como una paella en pleno julio.

El City está a la vuelta de la esquina y la emoción en el Bernabéu sube como espuma de cerveza bien servida. ¿Veremos a Lucas Vázquez volviendo al lateral derecho o será Asencio el que tome el martillo y levante a la multitud? ¡Que empiece el espectáculo, señores!