Joaquín, héroe del bricolaje merengue…
En la alocada vida de Joaquín, un fanático del Real Madrid, el arte de la pancarta es tan vital como el pan del desayuno. En esta ocasión, con un estilo más teatral que el de un directo de telenovela, decidió rendir un homenaje a las derrotas de otros equipos con un simpático «Grazie Inter» y un coqueto «Merci Monaco». Cuatro palabras tan poderosas como el café de la mañana, que, dicho sea de paso, podrían poner en jaque su matrimonio. Parece que Joaquín tiene más trucos para escaparse que Houdini y sus pancartas en Valdebebas son la prueba magistral de ello.
Ataviado con su arsenal de ositos de peluche -equipo perfecto para jugar al despiste-, Joaquín se planta como un titán en el reino del Real Madrid cada vez que la suerte sonríe a los merengues (o cuando el infortunio toca a la puerta de los culés). Ante esta escena, cualquiera pensaría que está a punto de comenzar una película de aventuras, donde el héroe carga con más banderas que un desfile olímpico. Su coche, más grande que la despensa de casa, es un depósito de alegría blanca lista para desplegarse con más entusiasmo que un anuncio de cereales.
Para Joaquín, no hay barreras en su misión de animar al Madrid, ni siquiera la de tener que mentir a su mujer con excusas más rocambolescas que las historias del abuelo en la comida familiar. «Este año no hay Benidorm», le dijo a su pareja, optando en cambio por un curioso periplo con una maletera llena de peluches y pancartas hechas de cortinas recicladas de hoteles. La pasión por el equipo blanco es tal que uno podría imaginar que, si se lo permitieran, estaría dispuesto a pintar su casa con los colores del club. ¡Vamos Joaquín, y que viva el bricolaje deportivo, que ni los aviones de papel te detienen en tu saga merengue!