El mago que hace fintas con palabras…

¡Atención, atención, amantes del fútbol! Nuestro encantador Carlo Ancelotti se ha vuelto a plantar ante los periodistas como quien se enfrenta a un penalti: con un sonrisa de lado y lista la varita mágica para moverse rápido. Nos ha asegurado que lo del Real Madrid es como un culebrón infinito, donde sería absurdísimo pensar que son las «víctimas» en una final. ¡Como si la PlayStation tuviera sentimientos! Aquí la única víctima es el estrés que le sirve de gaseosa para pasar el calor en el banquillo.

El Getafe, conocido por organizar una defensa más infranqueable que un castillo medieval con cocodrilos en el foso, es el próximo desafío. Pero a Carlo eso le suena tan normal como encontrar un pelo en la sopa. «Todos están cansados, pero al Madrid no lo rompe ni un huracán», promete. Sin Mbappé ni Mendy, parece que Ancelotti tendrá que jugar al Tetris humano con su alineación para encontrar el equilibrio perdido, una misión solo digna de un maestro Jedi del balón.

Y hablando de estrellas, a Endrick le han dado más minutos, casi como si fuera el último bollo de una panadería en rebajas. Aunque Carlo dice que las rotaciones no serán la danza del día, parece ver los títulos cerquita, tan cerca como para que se oigan los pitos a Mbappé, que, por cierto, suenan como eco en un estadio lleno. Ancelotti, el entrenador que nunca necesitó látigo, sigue feliz, en una luna de miel con el Madrid que dura más que un capítulo de telenovela, porque, en sus propias palabras, la presión le da gasolina… ¿Alguien más quiere seguirlo a la estación de servicio?