Estrellas en la grada y promesas en el campo…

Imagínate un derbi juvenil con la tensión de un partido de tetris de campeonato. En Valdebebas, Real Madrid y Atlético de Madrid se pelean por el título como dos chefs moleculares debatiendo sobre el punto exacto de la espuma de zanahoria. En medio de este lío, los Ancelotti, padre e hijo, toman asiento como si estuvieran buscando la mejor posición en una clase de yoga. Y por ahí, en su trono, Marcelo, cual emperador viendo a sus gladiadores en un Coliseo moderno.

Carlo Ancelotti, el maestro estratega que haría sudar a un ajedrecista, examina el campo como si tuviera que descifrar el mapa del tesoro escondido de los piratas del Caribe, junto a Santiago Solari, quien observa con más atención que un gato esperando a que se caiga una caja. No sabemos qué discutían, pero es probable que estuvieran calculando si la alineación rival podría ganar un concurso de bailes sincronizados.

Mientras tanto, el hijo pródigo, Enzo, espera en el banquillo con la paciencia de un monje practicando meditación avanzada, esperando el momento en que el campo sea suyo y pueda mostrarle al mundo sus movimientos tan increíbles como una pirueta de ballet en una pista de hielo. Arbeloa le ha dado la oportunidad, y ahora es el momento de ver si la magia del apellido Marcelo vive en su sangre. ¡Esto sí que es un espectáculo digno de las Vegas del fútbol juvenil!