¡Gracias CKM, hola AGV!…
En un giro más emocionante que cualquier novela de misterio, Arda Güler ha tomado por asalto el centro del campo del Real Madrid, incluso más rápido que el tiempo que tardas en elegir entre tortilla de patatas con o sin cebolla. El turco entró al Mundial de Clubes como quien entra tarde a una clase después del recreo, cuando Raúl Asencio sintió una versión descafeinada del virus que dejó fuera a Kylian Mbappé. Habiendo probado su calidad futbolística al marcar ante Pachuca, Güler no intentó ser discreto; el joven talento decidió que la sutileza es para los débiles y ahora se planta como pilar fundamental del equipo cual Mona Lisa en el Louvre.
La táctica de Xabi Alonso parece más calculada que los algoritmos de búsqueda de Google: con Arda como ‘5’, y Bellingham y Valverde haciendo gala de una camaradería que ni David y Jonatán, se dibuja una medular que hace temblar al famoso trío CKM. Es tanto el movimiento telúrico que Casemiro, desde Manchester, sintió el temblor y pensó que se trataba de una rave descontrolada. Güler parece haber llevado una escoba mágica y un manual de Ikea para encargarse de armar este nuevo mobiliario en menos tiempo del que tarda el VAR en decidir un penalti.
La desaparición de Kroos y su retirada en estilo teatral han dejado solos en el coliseo a Modric, el gladiador que ha jugado más partidos que algunos han visto capítulos de Los Simpson. El croata, en plan despedida, ha pasado la batuta a la nueva generación, dejando a Xabi Alonso orquestar con Arda un cambio de era digno de una serie de temporada completa en Netflix. ¿El resultado? Un Real Madrid que se prepara para la era espacial del fútbol mientras Modric se lanza a su próxima aventura, quizás vendiendo los secretos de sus pases perfectos a los milaneses del AC Milan.