Turquía vence a EE.UU., Güler hace magia accidental…

Allá en las tierras lejanas de Connecticut, donde las manzanas cribadas son más famosas que el fútbol, se vio uno de esos encuentros amistosos que desafía las leyes de la física y el sentido común. Turquía y EE.UU. decidieron que sería buena idea hacerse un prueba rutinaria de amistoso, como si de un análisis de sangre futbolístico se tratara. Los entrenadores eligieron a sus mejores magos: Pochettino invocó al bético hechicero Johnny Cardoso, mientras que Montella apostó por el encantador madridista Arda Güler. Fue una partida digna de Harry Potter, pero con botas en lugar de escobas.

Apenas 60 segundos fue lo que le tomó a Estados Unidos clavar su primer dardo en la cartulina turca. Jack McGlynn se puso las alas de Hermes y después de una carrera por la banda derecha, soltó un zurdazo que se incrustó en la escuadra como un misil teledirigido con GPS. Turquía, no se quedó atrás y decidió que era el momento de hacer magia al más puro estilo Houdini: Arda Güler, con su tranquilidad propia de un maestro zen, intentó bloquear un pase rival. Lo que nadie esperaba es que el balón se volviera en un boomerang directo a la red del pobre Matt Freese, que aún busca explicaciones en un programa de física cuántica.

A sus jóvenes 20 primaveras, Güler demuestra que, a veces, el azar es el mejor aliado. Con cinco goles en 20 partidos internacionales, el joven prodigio turco sigue acumulando mágicos acontecimientos. El remate final vino de parte de Kerem Aktürkoglu, quien aprovechó una defensa estadounidense que parecía más un queso suizo, para sellar el definitivo 1-2. Resumiendo, la selección otomana y su maravilloso genio Güler se llevan de Connecticut un souvenir de cuento y una victoria que ni Aladino podría haber imaginado.