Fútbol o Ping Pong: El Enigma del Arsenal…
Las hazañas del glorioso Arsenal, chicos y chicas, últimamente son como intentar jugar futbol con una sandía: es difícil de visualizar, aunque más difícil aún de ejecutar sin terminar empapados en confusión. No estoy diciendo que la jugabilidad brille por su ausencia, pero el equipo parece estar más perdido que un congénere en un cónclave de medusas con GPS averiado.
A los fanáticos les prometieron un show estilo Broadway, pero se encuentran con un evento tipo «talent show» en el centro de jubilados. El Arsenal debería cambiar su nombre a «Arenasal»: porque en todos los partidos termina habiendo más arena que juego fluido. Es como si hubieran olvidado que para marcar un gol, lo ideal es que el balón toque la red y no sea enviado a una órbita destinada a Marte.
Porciones selectas del público han sugerido que en lugar de ensayar jugadas, el Arsenal debería abrir un curso de origami con balones multiflorales. Así, al menos darían un festival de arte pop durante los partidos. Tal vez sea el momento de tomar medidas drásticas: reclutar a un pulpo adivino para el cuadrante táctico o cambiar el balón por un frisbee. ¡Cualquier cosa que restaure el espíritu invencible que alguna vez definió al equipo! Qué no haríamos por una temporada donde el Arsenal vuelva a ser el titán indiscutible del patio futbolístico.