De Pep Boy de los banquillos a planta milagrosa del Arsenal…

Imaginen a Mikel Arteta como una esponja gigante, zambulléndose en la sabiduría de su mentor, el gran maestro Pep, hasta absorber toda su magia de balón. «Es uno de los mejores del mundo», dice su fan número uno, Mikel Merino, mientras engulle un bocata de chistorra. Y no es para menos, porque este entrenador vasco ha hecho más cambios en el Arsenal que los de mi tía Paqui con su dieta (hoy sin gluten, mañana con colesterol). El 3-0 ante el Real Madrid fue como un gol con chilena desde el centro del campo, dejando boquiabiertos incluso a los hooligans que pasaban por casualidad.

Desde que colgó las botas en 2016 (esas con las que seguramente regaba el césped cuando nadie miraba), Arteta empezó su aventura cual Peter Pan en los banquillos. Aprendió del líder de Nunca Jamás, Pep Guardiola, y junto a dos compañeros convertidos en su sombra, Brian Kidd y Domènec Torrent. Luego, ¡bim bam boom!, aterrizó en el Arsenal, dispuesto a espantar los fantasmas del ‘Wengerismo’. Con una plantita frente a su despacho, simbolizando el zen de lo crecido, y una idea clara: el riego de goles viene de trabajo duro y mucho más.

Quien pasea por los campos del Arsenal nota el ambiente festivo, con los fans esperando que un día el equipo levante un trofeo tan grande que se necesitará más de una vitrina. Con un Arteta que mima a sus jugadores más que un abuelito sus macetas de geranios, no es de extrañar que cualquiera que trabaje con él apunte alto. «Ver para creer», dicen los testigos presenciales del glorioso 3-0. ¿Y ahora? Algo viene cocinándose en Londres, y la olla a presión del Bernabéu está a fuego lento. ¡Que tiemblen los grandes, porque Arteta y sus gunners vienen con ganas de fiesta y, esta vez, es por toda Europa!