El Real Madrid conquista San Mamés en el último suspiro…

El Real Madrid se puso las botas en San Mamés como quien se lanza al buffet libre. Comenzó el partido dejando la responsabilidad en manos de Vinicius, el velocista desatado, como si fuera el único capaz de sacar un conejo del sombrero. El primer tiempo fue un desastre tan monumental que casi se podía ver a Ancelotti con cara de «tierra trágame». Pero en la segunda mitad, el Madrid decidió dejar de cantar Baladas y se puso a rockear. Las ocasiones llegaban como una tormenta de verano hasta que Valverde decidió golpear el balón con la furia de Aquiles enviándolo a la escuadra, justo antes de que el árbitro pitara el retiro a los vestuarios.

Jude Bellingham fue la auténtica revelación del partido. Jugando de ‘9’, mostró un talento que ni Mikel Merino en sus mejores días. Eso sí, entre más cabezazos al arco y patadas voladoras, Bellingham se convirtió en el Bruce Lee del fútbol, rozando el gol en varias ocasiones, pero siempre con un portero rival que parecía manejado por el mejor Gamer del mundo. A pesar de ello, ¡el inglés da más miedo en el área que un pizza cuatro quesos en una dieta!

Y qué decir del maestro Ancelotti. Después de un primer tiempo que hacía pensar que el fútbol ofensivo había tomado unas vacaciones anticipadas, el técnico italiano se puso el sombrero de mago (o de chef, según se mire) y sacó del horno una segunda parte que olía a victoria. Con cambios dignos de un ajedrecista malabarista, hizo que el Madrid terminara el partido triunfante, dejando a los aficionados del Athletic Bilbao con un palmo de narices y a los madrileños con una sonrisa de esas que solo se ven en anuncios de dentífricos.