Una despedida épica (sin fuegos artificiales)…

¡Y así fue! Un día cualquiera, donde hasta las pipas lloraron en el Santiago Bernabéu. En un giro inesperado, los centímetros de césped brillaron más que el oro Olimpo cuando el mismísimo Luka Modric y Carlo Ancelotti se despidieron de los bravíos merengues. Ni una final de Champions podría causar tanta humedad facial. Lo que vimos tuvo la épica de 100 telenovelas, menos los momentos dramáticos en cámara lenta, pero añadido con toneladas de aplausos que podrían haber impulsado un avión a marte.

La ovación fue tan estruendosa que se rumorea que se sintieron vibraciones en Marte, pero eso podría ser solo un eco del Bernabéu. Modric fue sustituido a cinco minutos del final, con un paseíllo de jugadores más emocionante que el estreno de la última película de superhéroes. Por si fuera poco, un emocionadísimo Toni Kroos salió desde la nada para recibirlo con un abrazo que haría llorar hasta al último dinosaurio de Jurassic Park. ¡Menuda telenovela épica!

Tras el pitido final, las luces del estadio bajaron y la emoción subió más rápido que el precio del petróleo en verano. Entre lágrimas y vítores, Ancelotti y Modric agradecieron al Madrid, al presidente y a sus familias; Modric incluso soltó una frase más profunda que el océano: «No llores porque se acabó, sonríe porque sucedió». ¡Boom! De esto se hacen los grandes finales, dignos de los créditos de cualquier película de Hollywood. Así se cerró un capítulo en el Bernabéu, con tantos kleenex usados que podrían envolver la torre Eiffel. ¡Gracias por las memorias, maestros del balón!